jueves, 18 de febrero de 2010

REFLEXIÓN: La violencia en el fútbol, al servicio de la comunidad

Desde el BOLETÍN INFORMATIVO de CORREPI - NÚMERO 545 – 14 de febrero de 2010.

El asesinato de Walter Cáceres, el hincha de Newell´s, de tan solo 14 años, deja en evidencia, una vez más, que el crimen organizado está siempre vinculado al aparato de las fuerzas represoras estatales.

A las denuncias que hablan de la relación entre el comisario Alberto Villa (responsable de la zona 3, con jurisdicción sobre el lugar del ataque) y “Pimpi” Camino, el ex jefe de la barra brava de Newell’s, señalado como el autor intelectual de la emboscada, en venganza contra el actual líder Diego “Panadero” Ochoa, se suman varios allanamientos a policías retirados y en actividad que actuaron como proveedores de armas en el hecho.

Los allanamientos variaron en su resultado: en algunos no se encontraron armas sino importantes cantidades de droga. A raíz de uno de ellos, un suboficial de la Dirección General de Seguridad Rural, de 44 años, familiar directo del autor del ataque, el barra brava apodado “Chino”, quedó preso en la alcaidía de la Jefatura.

La cotidiana relación del “Chino” con la policía quedó al descubierto tras la denuncia por violencia doméstica reiterada que su mujer, de 20 años, se viera obligada a realizar en los tribunales porque en la comisaría 11ª no le tomaban la denuncia sobre los castigos que recibían ella y su hijo de 2 años ya que el jefe de la seccional protegía al “Chino”.

La mujer precisó que esa protección se efectuaba a cambio de pagos periódicos a la comisaría y era utilizada por su esposo para efectuar sin obstáculos su actividad como revendedor de drogas suministrada por la banda de “Los Monos”, tenidos como los principales traficantes de estupefacientes de la zona sur rosarina. También señaló a la persona a la que le pagaba: un cabo primero, secretario privado del jefe de la seccional. Por esto fueron removidos el cabo primero, el comisario Julio Brunelli, y el subjefe Hugo Pereyra. Fue también la esposa del “Chino” quien aseguró haberlo escuchado dar detalles de la confección del plan para emboscar el micro y del dinero en juego para concretarlo (10 mil pesos).

Así funciona, en todo el país, el negocio de la violencia en el fútbol, teniendo como garantes a los mismos que sostienen todas las actividades ilegales, siempre y cuando sean un buen negocio. El narcotráfico actúa bajo el ala protectora de la policía y esos vínculos son tan estrechos que no se puede ahondar ni un milímetro en cualquier episodio vinculado a sus ejecutores sin que salte el botón.

miércoles, 3 de febrero de 2010

REFLEXIÓN: La presidenta como mujer golpeada

Por Claudia N. Laudano*

Nota publicada en: http://www.artemisanoticias.com.ar/site/notas.asp?id=51&idnota=6855

La tapa de la Revista Noticias del pasado 16 de enero resultó perturbadora. Imposible no asociar de inmediato con la imagen de una 'mujer golpeada' ese primer plano del rostro de la presidenta Cristina Fernández con el ojo negro y la lastimadura en el maxilar cubierta con dos 'curitas' en cruz.

Al costado, por si quedaran dudas, el título de la nota ancla cualquier posibilidad de un sentido disperso: 'El NEGOCIO DE PEGARLE A Cristina', y la diferencia tipográfica (entre las mayúsculas destacadas en color de 'PEGARLE' a las minúsculas del nombre de pila de la presidenta) exime, por obvio, cualquier análisis de dónde se recargaron las tintas. Ante el gesto serio de la presidenta y su mirada perdida (no nos mira a los ojos), que podrían sugerir que 'se la banca' (¿sola?), al pie de la foto se inserta una imagen minúscula de su esposo con gesto activo y la leyenda: 'Kirchner: furia en Olivos y desplantes a su esposa'. ¿Una composición periodística redonda de un cuadro de desavenencias en el matrimonio presidencial que deviene en violencia hacia ella?

Pero hay más, porque la edición es proteica en significaciones. En el interior de la publicación, la nota encabeza la sección 'Política Nacional' con una foto a página completa de Cristina Fernández de perfil, arreglada, con otra cicatriz cubierta en el rostro y la leyenda 'Golpeada'. Allí aclara la revista -para su propio resguardo- que ambas imágenes son producto de un fotomontaje. La estrategia editorial amplía el abanico de los posibles 'golpeadores', por un lado, al mencionar en la portada el combo 'Redrado-Cobos-Clarín', menospreciados como 'valientes' opositores (evocando aquello de que un hombre de verdad no le pega a una mujer y mucho menos 'en el declive de su gobierno', sic). Luego, por el título principal de la nota: 'La Presidenta PUNCHING BALL', con unos guantes de boxeo colgados.

Ante mi curiosidad, un amigo que practica 'punchi' –como le dicen- relata por mail que 'la perita' colgada de un lugar elevado sirve para adquirir precisión y velocidad en los golpes con ambos puños, aún el que tiene menos fuerza (¿entonces, la presidenta no para de recibir golpes?), pero sobretodo subraya con astucia que la perita sólo recibe; es decir, no puede defenderse (¿está para que todos le peguen?). Aún cuando estos códigos del boxeo puedan hacer más sentido entre los varones –quizá, el público mayoritario de la revista-, sin lugar a dudas la violencia simbólica que perfila explícita e inferencialmente atañe al conjunto de la ciudadanía.

Nadie desconoce que en el mundo de la política, sus participantes se exponen a que les 'peguen' (en el sentido de tener que confrontar y recibir críticas varias) y que, a la vez, con distintos grados e intensidad practican esas reglas. En tal sentido, por su trayectoria en el campo de la política, la presidenta ni las desconoce ni ha dejado de practicarlas.

Lo que en cambio resulta altamente cuestionable es el plus de significación que la revista no se privó de añadir recurriendo a la imagen de la 'mujer golpeada', desde su presentación. Fueron los medios de comunicación a fines de los años ’80 -tras el proceso informativo que desencadenó el asesinato de Alicia Muñiz por parte de Carlos Monzón- quienes instituyeron a fuerza de repetición la imagen del ojo morado como ícono representativo por excelencia de un tipo de violencia específica que padecían las mujeres.

Por entonces, de manera tibia la denominaban 'violencia familiar' o 'violencia doméstica'; mientras las agrupaciones feministas pugnaban por hacerla pública como 'violencia hacia las mujeres' o 'violencia sexista'. Hacia mediados de los años ’90, el uso de la imagen del 'ojo en compota' quedó en mayor medida como recurso frecuente de los medios sensacionalistas; mientras, los considerados 'serios' entendieron que debían guardar cierta compostura ética frente al abuso de la espectacularización del tema.

¿Por qué 'jugar' entonces con esa imagen a esta altura del debate cuando incluso se acaba de promulgar la ley de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres? ¿Qué imagen de la mujer que preside el país se promueve a través de esa representación y qué moraleja encierra para el conjunto de mujeres que a diario circulamos por lo público?

Por último, me intriga por qué no logró cuajar una intervención colectiva por parte del movimiento de mujeres respecto de dicha edición fotográfica y su haz de significaciones, aún cuando se barajó la posibilidad en la lista de discusión de RIMA (Red Informativa de Mujeres de Argentina). Y no es que al movimiento de mujeres del país le falten decisión política ni experiencias de intervención cultural en ese sentido. ¿Será que aún se espera de la presidenta ese gesto fundacional para impulsar transformaciones de las prácticas sexistas en diferentes espacios con políticas públicas y partidas presupuestarias que las sustenten?

*Profesora Titular e Investigadora en temas de Comunicación y Género, UNER y UNLP. Escribió el ensayo 'Visibilidad mediática de la violencia hacia las mujeres en Argentina (1983-2010)', de próxima publicación.
claudialaudano@yahoo.com.ar